¿Cómo va tu luz?

Los seres vivos emitimos una luminiscencia natural que desaparece al morir.Se trata, en cambio, de una forma de radiación electromagnética generada como consecuencia de reacciones bioquímicas.

Innovacion 29 de mayo de 2025VanelogaVaneloga

Emitimos luz desde el interior

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Un grupo de científicos canadienses ha confirmado, a través de un estudio riguroso publicado en la revista Journal of Physical Chemistry Letters, que todos los organismos vivos —humanos, animales y plantas— emiten una luminiscencia natural e imperceptible llamada UPE (Ultraweak Photon Emission). Esta luz, tan sutil que no puede ser percibida por el ojo humano, puede detectarse mediante cámaras especiales de alta sensibilidad, como las EMCCD (Electron-Multiplying Charge-Coupled Device).


Este fenómeno no tiene relación con la bioluminiscencia clásica que presentan ciertos organismos marinos, hongos o insectos. Se trata, en cambio, de una forma de radiación electromagnética generada como consecuencia de reacciones bioquímicas ligadas al metabolismo celular, especialmente aquellas asociadas al estrés oxidativo y a la producción de especies reactivas de oxígeno.

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La luz que se apaga

El equipo liderado por el físico canadiense Dr. Daniel Oblak, de la Universidad de Calgary, realizó experimentos con ratones y plantas. En el caso de los animales, se observó que esta emisión fotónica se mantenía constante durante la vida del sujeto y que cesaba abruptamente al momento de la muerte, sin dejar ningún tipo de remanente o postluminiscencia. El hallazgo fue publicado por la American Chemical Society en su portal de investigaciones científicas (ACS Publications).

En paralelo, el equipo sometió plantas a condiciones de estrés, como cortes o exposición a químicos, y detectó un incremento significativo en la emisión de luz en las zonas afectadas. Esta luz residual persistía durante varias horas. Es decir, tanto animales como vegetales responden a los daños físicos o químicos con un resplandor mensurable que revela el estado de sus procesos internos.

En términos científicos, esta luz podría interpretarse como un biomarcador objetivo del proceso vital. Desde una perspectiva simbólica, el estudio aporta una nueva imagen para una antigua intuición: la vida —literalmente— se apaga.

Potenciales aplicaciones científicas

El hallazgo tiene implicancias concretas para distintas áreas del conocimiento:

Medicina clínica: podría utilizarse para monitorear de forma no invasiva el estado de salud celular, detectar enfermedades degenerativas o evaluar en tiempo real el estrés celular en intervenciones quirúrgicas.

Agricultura de precisión: sería útil para detectar precozmente enfermedades, plagas o estados de deshidratación en cultivos.

Criminalística: permitiría estimar con mayor exactitud el momento de la muerte en investigaciones forenses, sin necesidad de métodos invasivos.

La revista Science Focus, especializada en la divulgación científica, calificó el descubrimiento como "un paso hacia la comprensión biofísica de la vitalidad" y destaca el potencial transformador de esta nueva técnica de detección celular (Science Focus).

¿Comunicación luminosa entre seres vivos?

La investigación sobre biofotones no es completamente nueva. En el siglo XX, el biólogo ruso Alexander Gurwitsch propuso la existencia de "rayos mitogenéticos", y más tarde el biofísico alemán Fritz-Albert Popp desarrolló la hipótesis de que esta emisión fotónica ultra débil podría ser una forma de comunicación entre células vivas. Según sus teorías, los organismos no solo brillan, sino que podrían intercambiar información a través de esa luz.

Esto nos lleva a una pregunta aún más profunda: ¿podemos influir en la luz vital del otro?

De la ciencia al enigma: la luz como transferencia energética

Si se confirma que la vida emite luz mensurable, ¿es posible imaginar que pueda también ser amplificada o modificada a través de la acción de otro ser vivo? Esta hipótesis nos remite a prácticas ancestrales como el reiki, la imposición de manos —como la realizaba el Padre Mario Pantaleo— o ciertos estados de introspección profunda, donde la mente abandona la resistencia racional.

En todos estos casos, se plantea la posibilidad de una transferencia energética de ser a ser. No como fenómeno místico sin base empírica, sino quizás como manifestación de un campo biofísico aún no comprendido del todo. ¿Será posible que una persona emita luz —energía— que influya sobre otro organismo y contribuya a restaurar su equilibrio vital?

La comunidad científica aún no ha dado respuesta definitiva a esta conexión. Sin embargo, los datos disponibles invitan a una reflexión sin dogmas pero con apertura: la vida podría estar comunicándose desde un plano físico que apenas empezamos a descifrar.

Y entonces... ¿cómo va tu luz?

Este descubrimiento no solo interpela a la ciencia, sino a cada uno de nosotros. Si somos seres que brillan mientras están vivos, si el apagón es repentino y sin retorno, ¿qué podemos hacer mientras nuestra luz sigue encendida? ¿Es posible protegerla? ¿Cuidarla? ¿Multiplicarla en otros?
¿Podremos algún día medir cuánta luz nos queda? ¿Podremos saber si esa luz puede elevarse... y si también puede ser compartida?.

En Mirada Argentina vamos a seguir explorando este tema. Si te interesa esta línea de investigación, buscá en nuestro archivo con las palabras clave: bioluminiscencia

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