
Demoliendo programaciones. Hay una que está tan injertada en el subconsciente humano que ni la notamos. La esperanza. Y no bien aparece la palabra, te cae enseguida en la mente esa frase que repetimos como autómatas: “es lo último que se pierde”.
Llegó el momento de buscar la información que falta para cortar con la repetición. Excelente material de análisis para descifrar por qué repetís lo mismo una y otra vez.
Notas de Autor14 de julio de 2025
Herencias invisibles: psicología y patrones conductuales
La psicología define los patrones como conductas aprendidas, no innatas, que se repiten en bucle. Desde distintas escuelas se explican de formas diversas:
La terapia conductual habla de hábitos condicionados.
Los cognitivos de esquemas de pensamiento irracionales. El psicoanálisis de heridas infantiles no resueltas que insisten desde el inconsciente.
Freud habló de compulsión a la repetición: una necesidad inconsciente de revivir lo traumático, como si el psiquismo buscara dominarlo (Freud, "Más allá del principio del placer"). Lacan refinó la idea y sostuvo que no hay repetición sin deseo: repetimos porque algo nos atrapa allí. Nasio diferenció entre una repetición "sana", que estructura al sujeto, y una "patológica", que lo condena a girar siempre sobre la misma herida (Nasio, El placer de leer a Freud).
Desde la terapia sistémica, se habla de "guiones de vida": sin saberlo, reproducimos roles, emociones y vínculos que responden al mismo libreto. La escena cambia, pero el drama es el mismo. El telón sube siempre sobre la misma historia.
Ricardo Garza, experto en Desprogramación Evolutiva, explica cómo las heridas emocionales, las creencias heredadas y nuestra biología nos condicionan a repetir patrones.
La espiral de la existencia: filosofía y metafísica
Diversas tradiciones metafísicas coinciden: la vida es cíclica. El uroboros (la serpiente que se muerde la cola) lo resume con brutal belleza. El tiempo no es línea, es rueda.
Nietzsche habló del eterno retorno: cada acto se repetirá infinitamente, como prueba de su sentido.
Kierkegaard decía que la repetición es la vida misma, y que solo una repetición "con novedad" puede liberar al sujeto (Kierkegaard, La repetición).
En la filosofía oriental, el saṃsāra describe un ciclo de renacimientos atados al deseo y al apego.
Desde esta mirada, la repetición no es sólo un problema psíquico, sino una condición ontológica: se repite lo que no se ha comprendido. El alma vuelve a pasar por el mismo punto hasta que aprende. Hasta que despierta.
Bases neurobiológicas: la maquinaria de la repetición
La neurociencia explica con claridad quirúrgica cómo se instalan los patrones:
Memoria procedimental: los hábitos se graban en circuitos automáticos del cerebro. Cada repetición refuerza el "surco" neuronal.
Sistema de recompensa: al repetir una acción placentera se activa el circuito dopaminérgico (corteza prefrontal, estriado y área tegmental ventral), lo que refuerza la conducta (Smith & Graybiel, 2013).
Automatización cerebral: con la práctica, el estriado dorsal consolida la acción hasta hacerla automática. Pensar ya no es necesario.
Neuroplasticidad: la buena noticia: el cerebro puede reconfigurarse. Cambiando el entorno, la conducta y la respuesta emocional, se puede crear un nuevo circuito.
Historias que se repiten: cultura, mitos y vida cotidiana
El mito de Sísifo empujando la piedra sin fin. Edipo cumpliendo el destino que quería evitar. Hellinger mostrando cómo los secretos familiares reaparecen como enfermedades o dramas en los descendientes.
Culturalmente, el lenguaje refleja la conciencia del loop: "más vale malo conocido" o "siempre elijo mal" son expresiones que delatan resignación ante el ciclo. En arte, literatura y religión, el tema de la repetición aparece una y otra vez como señal de algo que pide ser visto, digerido, elaborado.
Cortar el hilo: salidas posibles
No se rompe el patrón luchando contra él, sino comprendiendo su función. Las claves:
Conciencia: detectar el patrón, ponerle nombre.
Contexto: identificar cuándo aparece, qué lo activa.
Sentido: entender qué protege o compensa.
Transformación: no eliminarlo, sino reemplazarlo por una versión más saludable.
La terapia, la escritura introspectiva, la meditación y los mini-hábitos ayudan. Libros como Atomic Habits (Clear) y Tiny Habits (Fogg) muestran que el cambio no es dramático, sino progresivo. Lo importante es repetir lo nuevo hasta que se vuelva natural.
Para hacer ahora
Pensá en una situación que se te repite.
Identificá el origen: ¿qué edad tenías la primera vez que vivió algo parecido?
Anotate una acción distinta, simple y concreta, para cuando eso vuelva a ocurrir.
Repetila con intención durante 21 días.
No hay atajos. Pero sí hay información. La que te permite tomar otra dirección.
Nadie sale del loop sin antes verlo completo.
Fuentes: Freud, Nasio, Lacan, Kierkegaard, Nietzsche, Smith & Graybiel, Hellinger, Clear, Fogg. Estudios psicológicos, filosóficos y neurocientíficos recientes. Ejemplos mitológicos y culturales extraídos de tradiciones orales y textos clásicos.
El darse cuenta: expresión de la evolución
No hay transformación sin observación. Si no entendés que hay una programación activa en tu subconsciente, vas a seguir actuando en piloto automático. Primero hay que encontrar esa matriz oculta, someterse al espejo del yo, recorrer los pliegues de la historia personal sin miedo. Conocerse a uno mismo no es un eslogan espiritual: es evolucionar. Ser uno mismo implica primero descubrir qué parte de uno está actuando por herencia, por mandato, por trauma. El darse cuenta no es un momento de claridad: es una fractura luminosa. Un instante donde algo en vos sabe que ya no puede volver a ser como antes.
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Demoliendo programaciones. Hay una que está tan injertada en el subconsciente humano que ni la notamos. La esperanza. Y no bien aparece la palabra, te cae enseguida en la mente esa frase que repetimos como autómatas: “es lo último que se pierde”.
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Llegó el momento de buscar la información que falta para cortar con la repetición. Excelente material de análisis para descifrar por qué repetís lo mismo una y otra vez.
Demoliendo programaciones. Hay una que está tan injertada en el subconsciente humano que ni la notamos. La esperanza. Y no bien aparece la palabra, te cae enseguida en la mente esa frase que repetimos como autómatas: “es lo último que se pierde”.
Cada planta guarda una historia, y cada infusión, una voz que no se olvida. Un botiquín vivo del pueblo, donde la abuela es la farmacéutica y el monte, el laboratorio.