
Dicen que los ojos son el espejo del alma. Y si lo mirás con detenimiento, tal vez descubras que son también una especie de mapa.
Porque más allá de las diferencias, hay un punto en común que todos sentimos: el tren nos unió, nos dio vida y puede volver a hacerlo
Notas de Autor31 de marzo de 2025La unión de los argentinos a través del ferrocarril: pasado, presente y una visión hacia el futuro
Si hay un punto que nos une como argentinos, es entender que el tren es esencial para cualquier comunidad. Lo sabemos en carne propia. ¿Quién no conoce un pueblo que empezó a desaparecer el día que dejó de pasar el tren? Es una herida compartida, una postal repetida en cada rincón del país.
No hace falta politizar este tema —porque ya todos conocemos esa parte—, sino pensarlo desde otro lugar: uno más humano, estratégico y lateral.
¿Qué pasaría si soñamos con un tren que nos vuelva a unir de sur a norte? ¿Y si miramos cómo lo resolvieron otros países que enfrentaron desafíos similares?
El ferrocarril en Argentina: una historia de integración y progreso
Desde la inauguración de la primera línea férrea en 1857, que unía la estación Del Parque en Buenos Aires con La Floresta, el ferrocarril se convirtió en un pilar fundamental para el desarrollo de nuestro país. A principios del siglo XX, la red ferroviaria argentina superaba los 20.000 kilómetros de vías, articulando economías regionales, conectando pueblos y ciudades, y llevando progreso donde antes no lo había.
La reducción de los servicios ferroviarios y sus consecuencias
A lo largo de las últimas décadas, fuimos perdiendo conexiones. Muchos servicios de pasajeros fueron clausurados y las estaciones quedaron vacías, oxidadas, como testigos mudos de una etapa gloriosa. Esta pérdida no fue solo simbólica: afectó a miles de comunidades que quedaron aisladas, encareciendo la vida cotidiana, dificultando el acceso al trabajo, la salud y la educación. Hoy, el transporte automotor domina el mapa, pero con costos económicos, sociales y ambientales evidentes.
Un tren transprovincial de Ushuaia a La Quiaca: una visión de futuro
Imaginate esto: un tren que recorra el país de punta a punta, desde Ushuaia hasta La Quiaca. Más de 5.000 kilómetros de rieles uniendo culturas, economías y paisajes. Esta idea —más que utópica— podría transformar la lógica del transporte argentino.
No solo como un modo de movilidad más accesible y seguro, sino como un nuevo motor de desarrollo turístico, productivo y social. Sería, además, una oportunidad de conectar lo que hoy parece lejano, de acortar distancias y reactivar economías regionales.
El ejemplo del Tren Maya en México
México se animó a pensar en grande con el Tren Maya, un proyecto de más de 1.500 kilómetros que conecta cinco estados del sureste del país. A pesar de las controversias, su objetivo es claro: reactivar regiones olvidadas, potenciar el turismo, crear empleos y fortalecer la infraestructura nacional. El proyecto contempla el traslado de pasajeros y carga, y busca integrarse al desarrollo urbano y económico sin dejar de lado el respeto por el ambiente y las comunidades locales.
Lecciones para Argentina: planificación, inclusión y visión a largo plazo
Para que algo así funcione en nuestro país, hace falta más que nostalgia. Requiere una planificación a largo plazo, con estudios técnicos serios, participación ciudadana, inversiones estratégicas y un compromiso real con el medioambiente.
Un tren que no divide, que no separa, sino que sume. Que invite a mirarnos, a conocernos, a movernos juntos.
Desde Mirada Argentina , lo dejamos planteado:
¿Te sumás a los puntos de unión que podemos ir encontrando entre todos?
Porque aquello que nos divide no solo es mucho más ,
sino que lo sabemos todos .
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