
Mar del Plata será escenario del primer dispositivo argentino de energía undimotriz
El mar argentino da un paso histórico: en Mar del Plata se instalará el primer dispositivo que transforma el movimiento de las olas en energía limpia.
Los autos eléctricos trajeron progreso, pero también una nueva forma de dependencia. Bruselas advierte que los vehículos conectados de Tesla y BYD pueden ser apagados a distancia desde China o Estados Unidos. Europa despierta frente a un riesgo que ya no es técnico, sino geopolítico: quién tiene el botón del control.
Innovacion 08 de octubre de 2025En otras palabras, el poder de encender o apagar un vehículo europeo no está en Europa. “Estos coches se pueden apagar desde fuera del continente, lo que en términos de seguridad es complejo porque no sabemos dónde estará el mundo dentro de 20 años”, dijo Séjourné. Y agregó la pregunta que resume toda la inquietud: “
¿El botón está en Europa, bajo derecho europeo, o está en Houston o Shenzhen, bajo control extranjero?
El debate sobre quién tiene el control
Bruselas ya discute cómo garantizar que el software y los sistemas conectados de los autos eléctricos sean auditables y estén bajo normas europeas. No se trata solo de los chips o las baterías: se trata de quién puede tomar decisiones sobre esos autos a distancia. Para Séjourné, el riesgo es claro: si en algún momento un conflicto político o comercial escala, millones de vehículos podrían quedar inoperables con un clic, como parte de una ofensiva digital.
El comisario llamó a una regulación urgente que garantice que “la seguridad digital y de infraestructuras críticas sea tratada como un asunto estratégico”. Porque en esta nueva era, un auto ya no es solo un medio de transporte: es un nodo dentro de una red global que puede ser usada —o hackeada— como un arma.
El eco mundial: la desconfianza crece
Europa no está sola en su temor. En Australia, el ex asesor de ciberseguridad del gobierno, Alastair MacGibbon, advirtió que "los vehículos eléctricos chinos podrían actuar como “dispositivos de escucha y vigilancia” y que incluso podrían “ser desactivados o explotados a distancia”. Según el experto, el peligro no es hipotético: “Si se manipulan los sistemas de seguridad de las baterías o se bloquean autos en plena hora pico, se puede paralizar una ciudad”.
En China, el reflejo es el mismo pero invertido: las autoridades prohibieron el ingreso de Tesla a instalaciones militares al descubrir que sus cámaras y sensores grababan continuamente y enviaban datos a Estados Unidos. Para Beijing, el riesgo es el espionaje. Para Occidente, el riesgo es el control remoto. La desconfianza es mutua, y el temor, universal.
¿Y por qué debería importarnos a los argentinos?
Lo que hoy inquieta a Europa es una advertencia para todos. Mientras el poder adquisitivo se achica día a día y la renovación del parque automotor se vuelve un sueño para la mayoría, la dependencia tecnológica puede convertirnos en simples usuarios de lo que otros deciden fabricar, programar y controlar. Si las potencias discuten quién maneja el botón del futuro, Argentina corre el riesgo de quedar mirando desde afuera, comprando tecnología sin poder decidir cómo funciona ni qué datos entrega.
En un mundo cada vez más digital y concentrado, el desafío no es solo económico: es de soberanía. Porque si el control del software, la energía y la movilidad pertenece a otros, el futuro no será nuestro, será alquilado.
¿Y si este fuera el llamado que América Latina necesita escuchar?
Lo que Europa teme y debate podría ser, paradójicamente, una oportunidad para América Latina. Mientras el mundo se pregunta quién tiene el botón, nosotros podríamos estar pensando cómo construir el nuestro. Suena a utopía, pero no lo es: la región tiene litio, cobre, talento técnico y creatividad industrial, los tres pilares de la movilidad del futuro.
Si se invirtiera en una industria local de software y hardware automotriz —aunque sea en escala inicial— el impacto económico sería enorme. Significaría reactivar empleo, innovación y, sobre todo, independencia tecnológica.
Hoy parece un sueño, pero los grandes proyectos siempre empiezan así: con una idea que parecía imposible. Tal vez sea momento de mirar más allá del consumo, y empezar a imaginar una industria latinoamericana que no dependa de los botones ajenos, sino que programe los propios.
El antecedente que encendió todas las alarmas
En 2015, dos investigadores estadounidenses demostraron que podían hackear un Jeep Cherokee a distancia. Desde una notebook, apagaron el motor en plena autopista, manipularon la dirección y los frenos. La escena fue tan impactante que el fabricante, Chrysler, debió actualizar el software de más de un millón de vehículos.
Ese caso marcó un antes y un después: un coche moderno es una computadora con ruedas. Y como toda computadora, puede ser vulnerada.
Foto: www.ecointeligencia.com
Cuando la seguridad también asusta
En Estados Unidos, una nueva ley exigirá que los coches vendidos a partir de 2026 incorporen un sistema capaz de detectar si el conductor está ebrio o incapacitado y evitar que el vehículo se mueva. El llamado “kill switch” fue presentado como un avance para reducir accidentes, pero ya genera polémica.
El sistema puede frenar el vehículo o impedir su encendido si detecta comportamientos anómalos, y no hay claridad sobre cómo ni quién podrá desactivarlo. Los críticos hablan de un futuro donde el Estado o las empresas puedan decidir quién puede manejar y quién no, incluso por error.
Una buena intención puede volverse un instrumento de control. El “botón oculto” también existe en otras industrias
El problema no se limita al transporte. En 2024, ingenieros norteamericanos hallaron dispositivos de comunicación no documentados en inversores solares chinos conectados a la red eléctrica. Algunos pudieron ser desactivados remotamente desde China, generando picos de apagones. La lección fue inmediata: quien controla el software, controla la infraestructura.
En Europa, más del 70% de los inversores solares provienen de China, y varios países ya revisan sus políticas de importación ante el riesgo de sabotaje remoto.
La tecnología es maravillosa, pero depende de en qué manos esté y con qué propósito. Los autos eléctricos prometen un futuro limpio y eficiente, pero si el control último está en otra parte del mundo, no hay verdadera independencia energética ni digital.
Europa enfrenta una disyuntiva que pronto tocará a todos: decidir si la movilidad conectada será un avance o una vulnerabilidad. Porque en esta nueva era, el poder ya no está en el motor, sino en el botón.
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Fuentes consultadas
Stéphane Séjourné – Comisión Europea, Foro Nueva Economía (05/10/2025)
Híbridos y Eléctricos (Rubén Leal, 2025)
Reuters (2024) – Investigaciones sobre inversores solares
WeLiveSecurity – ESET (2015) – Hackeo del Jeep Cherokee
Australian Financial Review (2023) – Entrevista a Alastair MacGibbon
Motorpasión (2024) – Restricciones a Tesla en China
CBT News (2025) – Ley del “kill switch” en EE.UU.
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