Cuando el río suena

¿Qué pasa que la concurrencia a votar en Argentina es cada vez menor? Esta estadística marca algo más profundo. Los argentinos hemos sido tremendamente respetuosos del voto, pero algo está sucediendo.

Actualidad30 de junio de 2025VanelogaVaneloga

La vieja máxima del oráculo de Delfos –“conocete a ti mismo”– también vale para los pueblos. Si la aplicamos a la sociedad como un todo, nos obliga a mirarnos de frente: ¿por qué dejamos de ir a votar?

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Vamos por partes. 


Si bien somos quejosos, puteadores, discutidores, aprendimos a respetar a quien está en el cargo. Valoramos que el gobierno termine su mandato. Aguantamos errores económicos y hasta trastadas deliberadas. Pero siempre, el respeto primero: que terminen. Luego, que se banquen la devolución sincera de todos. En ese combo, el sufragio es sagrado.

Por eso duele, o al menos preocupa, ver cómo baja la participación electoral. Metámonos a fondo: hay que ver qué está pasando.

Declive de la participación electoral en Argentina (2001-2023)

Desde 2001 la concurrencia a votar viene bajando, aunque el voto sea obligatorio. La participación en elecciones generales nacionales rondaba el 80-85% en los '80 y '90. Tras la crisis de 2001, cayó al 75% y nunca volvió a levantar sostenidamente (buenosaires.gob.ar). En 2023, por ejemplo, votó el 77% del padrón, casi 3 puntos menos que en 2019, y la segunda cifra más baja desde 1983 (solo superada por 2007) (Cámara Nacional Electoral / Infobae).

Las legislativas también mostraron caídas fuertes: en 2021 la participación cayó a 71-72%, el registro más bajo en elecciones generales desde la vuelta de la democracia . Las PASO también se desinflaron: en 2011 participaron 78,7% de los electores; en 2021 apenas el 67%, y en 2023 apenas repuntaron al 69% (lanacion.com.ar).

Elecciones provinciales y municipales: más caídas

Cuando las elecciones son desdobladas (separadas de las nacionales), la participación es menor. En 2023, provincias como Córdoba (68,2%) (eldiarioar.com), La Rioja (77,1%), Neuquén (76,2%) o Misiones (69%) mostraron niveles bajísimos. En la Ciudad de Buenos Aires, en 2025, solo votó el 53,3% del padrón en elecciones legislativas locales 

Zonas con mayores bajas

Córdoba: de 88% en 1983 a 68% en 2023 (eldiarioar.com).
Misiones: 10 puntos menos en 2023 respecto a 2019 (eldiarioar.com).
CABA: en barrios populares como la Villa 31, apenas votó el 37,5% en 2025 (elpais.com).

¿Por qué la gente deja de votar?

Desencanto económico: tras crisis recurrentes, muchos sienten que "votar no cambia nada".
Hartazgo político: el vínculo cívico está roto. Se vota con bronca o no se vota (infobae.com).
Falta de propuestas movilizadoras: nadie entusiasma, todo suena viejo (infobae.com).
Fatiga electoral: votar varias veces al año agota. Muchos ni saben qué se elige (elpais.com).
Elecciones sin peso: si no se elige presidente o gobernador, cae el interés (elpais.com).

Estamos ante una tendencia clara y preocupante. Votar es una costumbre que se está desgastando, y eso revela una crisis de confianza en la democracia. Es un termómetro de cómo nos sentimos con lo público.

Para revertirlo hay que reconstruir el vínculo entre el pueblo y sus representantes. Hay que entusiasmar, incluir, renovar. 


Hay que dejar de levantar el dedito acusador y comenzar a revertir el error. Sabemos que primero hay que entender el error y, desde ahí, partir. En cualquier empresa o emprendimiento esto se aplica naturalmente. ¿Por qué no sucede lo mismo en el grupo de personas que tiene la responsabilidad de llevar el país adelante? Les encanta el poder, pero no se hacen cargo de las dificultades que provocan.


Y la primera de todas es esta gran división que nos hace percha, hasta el desánimo. Del desencanto nace una desilusión profunda que nos deja frente a un escenario complejo: ya ni siquiera pensamos en votar al menos peor, sino que sentimos que no hay nadie a quien votar.

Un gran llamado de atención a los que aspiran a manejar la patria.


Para comprender mejor leé: 

 /contenido/281/la-ilusion-que-nos-divide-politica-espiritualidad-y-sociedad-en-crisis

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