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¿Cómo trascender estas ilusiones para construir una unidad real?
Notas de Autor18 de noviembre de 2024La separación es una ilusión que ha moldeado nuestra forma de percibir la realidad. Desde la desconexión entre mente y cuerpo, pasando por las divisiones políticas que enfrentan a ciudadanos, hasta la brecha social y cultural que separa a la Capital del interior del país, vivimos en un sistema que nos fragmenta. Sin embargo, esta visión de la realidad, que promueve el individualismo y la competencia, ha sido cuestionada desde tiempos inmemoriales por distintas tradiciones espirituales y filosóficas, que nos invitan a ver más allá y reconocer la unidad esencial que nos conecta.
Reflexionamos sobre cómo estas divisiones nos afectan en distintos planos y cómo podemos trascenderlas para construir una sociedad más equitativa y consciente.
La fragmentación en la medicina moderna
Uno de los campos donde la ilusión de la separación se manifiesta con mayor claridad es en la medicina. En la actualidad, la salud se aborda de manera fragmentada, tratando a las personas como un conjunto de órganos y sistemas independientes. Este modelo hiper-especializado, que ha permitido grandes avances en el tratamiento de enfermedades específicas, ha dejado de lado una visión integral del ser humano.
En contraste, las medicinas ancestrales como la ayurveda o la medicina china consideran al ser humano como un todo indivisible. Estas prácticas entienden que la salud física, mental y espiritual están interconectadas, y que para sanar verdaderamente es necesario equilibrar todas estas dimensiones. La desconexión entre mente y cuerpo, o mente y corazón, no es más que un reflejo de un sistema que prioriza la especialización por sobre la comprensión holística del ser.
Los partidos políticos: Fragmentación y polarización en un sistema obsoleto
En el ámbito político, la ilusión de separación se perpetúa a través de un sistema partidario que, en lugar de representar los intereses comunes, profundiza las divisiones. Los partidos políticos, concebidos originalmente como herramientas para canalizar diferentes perspectivas dentro de una sociedad democrática, se han transformado en instrumentos que alimentan la polarización.
En Argentina, este fenómeno se ha agudizado en las últimas décadas, con una creciente brecha entre el electorado. Según un informe de Latinobarómetro, el 70% de los argentinos considera que los partidos políticos no representan sus intereses. En lugar de generar consensos, las principales fuerzas políticas operan bajo una lógica binaria: oficialismo vs. oposición, izquierda vs. derecha, promoviendo el enfrentamiento constante y relegando la búsqueda de soluciones colectivas.
Los partidos políticos, como su propio nombre lo indica, nos parten como sociedad , dividiéndonos en bandos enfrentados y promoviendo una lógica de confrontación constante. En lugar de buscar el bienestar común, alimentan rivalidades y resentimientos, llevando a unos a querer vengarse de los demás. Esta dinámica no solo erosiona la convivencia, sino que también debilita la fuerza colectiva de la nación, ya que en lugar de unir esfuerzos para enfrentar los desafíos compartidos, se disipan energías en conflictos internos que nos alejan de un verdadero progreso.
Estratos sociales y la brecha cultural en Argentina: Capital vs. Interior
En el plano social, la ilusión de separación se refleja en las profundas desigualdades entre los distintos estratos económicos y regiones del país. Argentina es uno de los países con mayor desigualdad en América Latina, y estas disparidades no solo se dan en términos de ingresos, sino también en el acceso a la educación, la salud y las oportunidades.
La brecha entre Buenos Aires y el interior del país es un claro ejemplo de esta fragmentación. La Capital concentra el 30% del PBI nacional, mientras que provincias como Formosa o Santiago del Estero luchan con indicadores socioeconómicos comparables a los de países en desarrollo. Esta desigualdad no es solo económica, sino también cultural. El centralismo porteño ha generado un sentimiento de exclusión en el interior, que muchas veces se siente ignorado o marginado en las decisiones nacionales.
El sociólogo Eduardo Fidanza señala que esta división tiene raíces históricas, pero que en las últimas décadas se ha exacerbado debido a la falta de políticas federales efectivas. Mientras Buenos Aires se posiciona como un centro de poder y oportunidades, las provincias luchan con la migración de jóvenes, la falta de empleo y el acceso limitado a servicios esenciales.
La lección de los libros sagrados: La unidad como esencia
Frente a esta fragmentación en todos los niveles de la vida, los libros sagrados de diversas tradiciones nos recuerdan una verdad esencial: la separación es una ilusión. Textos como el Bhagavad Gita nos enseñan que la diversidad es solo superficial y que, en esencia, todos formamos parte de una misma conciencia universal. El Corán y la Biblia también enfatizan la importancia de la unidad y la interconexión.
En el Evangelio de Mateo, se dice: "Un reino dividido contra sí mismo no puede mantenerse en pie” (Mateo 12:25). Esta frase no solo tiene implicaciones espirituales, sino también sociales y políticas. Solo cuando reconocemos nuestra unidad esencial podemos trabajar juntos para superar las divisiones que nos fragmentan.
Superar la ilusión de la separación entre mente y corazón requiere un proceso profundo de reintegración espiritual, en el que la racionalidad de la mente se equilibra con la intuición y la empatía del corazón. Esta conexión nos permite tomar decisiones más sabias, no solo basadas en datos fríos o lógicas estrictas, sino también en una comprensión compasiva de nuestras emociones y la de los demás. Al cultivar esta armonía, dejamos de actuar desde el miedo o el ego, y comenzamos a vivir desde un lugar de autenticidad y conexión con nuestra esencia, lo que nos abre a una visión más completa y enriquecedora de la realidad.
Trascender la separación: Hacia un nuevo paradigma
Para construir una sociedad más justa y equitativa, es fundamental trascender estas ilusiones de separación.
En la salud, promover un enfoque holístico que integre mente, cuerpo y espíritu.
En la política, abandonar la lógica del enfrentamiento y construir sistemas basados en la colaboración y la participación ciudadana.
En lo social, cerrar las brechas entre clases y regiones, reconociendo que el bienestar de una parte de la sociedad está intrínsecamente ligado al bienestar de todo el país.
La revolución que necesitamos no es una revolución de armas ni de discursos polarizantes. Es una revolución de conciencia, es la revolución del verdadero AMOR, que nos permita recordar que, a pesar de nuestras diferencias aparentes, somos uno. La verdadera transformación comienza cuando dejamos de vernos como partes aisladas y comenzamos a actuar como un todo.
Desde una perspectiva espiritual, se sostiene que a lo largo de Múltiples reencarnaciones, cada alma ha experimentado innumerables roles, contextos y formas de vida. Esto nos lleva a una comprensión más profunda de la unidad: el prójimo, en realidad, no es un ser separado de nosotros, sino una manifestación diferente de nuestra propia esencia en otro estadio evolutivo. Cada individuo que encontramos representa una versión de nosotros mismos, transitando un camino único de aprendizaje y crecimiento. Así, las diferencias aparentes desaparecen cuando entendemos que todos compartimos la misma chispa divina, simplemente manifestada en distintos momentos y experiencias de evolución espiritual.
Todas las imágenes han sido generadas con IA por el autor @arteescondidoia
Fuentes consultadas:
Latinobarómetro – https://www.latinobarometro.org​​​
Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) – https ://www .indec .gob .ar
Bhagavad Gita ( texto sagrado hindú ) – https://www.bhagavad-gita.org
Evangelio de Lucas – https://www.biblegateway.com​
Tao Te Ching ( texto de Lao - Tsé ) – https://www.sacred-texts.com/tao/taote.htm
Corán – https://quran.com​​
Eduardo Fidanza (Análisis sociopolítico) – https ://www .politico .com .ar
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