
A estas alturas ya sabemos que hay androides entre nosotros
Japón lo volvió a hacer: un rostro robótico recubierto con piel humana, un paso inquietante hacia la convivencia con criaturas que parecen humanas pero no lo son. Más allá del asombro tecnológico, esta piel viva también apunta a aplicaciones en medicina estética, cirugía plástica y estudios sobre envejecimiento, donde los límites entre ciencia y ficción se vuelven cada vez más difusos.