
Se pensó que solo obtendría electricidad. Pero al llenar un desierto con paneles solares, crearon algo que nadie esperaba: Un nuevo ecosistema
El desierto no está vacío. Es un ecosistema hostil para el ser humano, pero lleno de organismos que dependen de ese equilibrio extremo. Solo en zonas sin vida ni producción humana, los paneles solares pueden convertirse en aliados. China lo comprobó en Talatan: bajo el silicio, el suelo se volvió diferente.