Palomas, árboles y yuyos de vereda: la naturaleza que olvidamos en plena ciudad

La ciencia confirma que las palomas nos reconocen, aprenden y construyen vínculos familiares sorprendentes. En Buenos Aires, entre jacarandás, paraísos y veredas que respiran, conviven con nosotros una belleza que no vemos. Tal vez sea tiempo de mirar distinto.

Notas de Autor08 de diciembre de 2025VanelogaVaneloga

Redescubrir lo vivo en la ciudad:  la naturaleza late entre edificios

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La ciudad tiene su propia fauna, su propio pulso y una belleza que suele quedar opacada por el ruido, la urgencia y la rutina. Caminamos mirando el celular, quejándonos del tránsito, y no vemos lo que tenemos a centímetros: árboles en flor, yuyos que brotan donde nadie les dio permiso y palomas que, aunque parezca increíble, nos conocen mejor de lo que creemos.
Esta nota te invita a frenar un segundo y volver a mirar. A redescubrir la naturaleza que respira con nosotros.

Las palomas: más de lo que pensamos

Durante décadas las tratamos como intrusas. Sin embargo, los estudios científicos muestran que las palomas urbanas poseen una capacidad cognitiva notable: distinguen rostros humanos, reconocen patrones, recuerdan quién las alimenta y quién las hostiga.

Son animales que aprenden y ajustan su comportamiento según nuestras acciones. Cuando las ignoramos, ellas observan; cuando las corremos, lo registran; cuando las cuidamos, vuelven.

En cuanto a su vida cotidiana, forman parejas estables, trabajan en conjunto para armar el nido y alimentan a sus crías con una sustancia única llamada “leche de buche”, producida por ambos padres. En un mundo donde la fauna urbana suele esconderse o esquivar al hombre, ellas conviven con nosotros a la vista de todos.

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¿Transmiten enfermedades? Lo que realmente se sabe

En la conversación pública quedaron instaladas ideas que no siempre se respaldan en evidencia.
¿Pueden transmitir enfermedades? Sí, como cualquier animal que vive en entornos sucios o hacinados. Pero la presencia de patógenos no implica contagio directo. Los riesgos reales aparecen cuando hay acumulación extrema de heces, presencia de nidos abandonados o manipulación directa sin higiene.

En condiciones normales de convivencia urbana, el contagio es improbable. La clave está en la higiene de los espacios públicos, no en demonizar a las aves. El mismo riesgo puede presentarse con perros callejeros, roedores o incluso fuentes de agua mal mantenidas.

La ciencia es clara: las palomas no son la amenaza sanitaria que la cultura popular creó. Sí requieren control responsable y planificación urbana, no desprecio.

La belleza que ignoramos: colores, irisaciones y patrones únicos

Si las mirás sin apuro, vas a descubrir algo inesperado: no hay dos palomas iguales. El cuello presenta tonos que van del verde petróleo al violeta metálico, las alas combinan grises, negros y blancos en patrones irrepetibles, y hasta el brillo de los ojos varía entre ámbar, rojo y naranja quemado.

Son, literalmente, pequeñas obras de arte vivas.

Buenos Aires, con su mezcla de razas domésticas escapadas de palomares históricos, tiene una de las poblaciones más diversas del continente.

La naturaleza urbana: árboles, flores y yuyos que cuentan historias

Cuando hablamos de naturaleza pensamos en montañas y ríos. Pero la naturaleza que más influye en nuestra vida es la que está a la vuelta de casa.

Los jacarandás tiñen la ciudad de violeta cada noviembre.
Los lapachos rompen el gris con su amarillo pleno o rosado intenso.
Los paraísos perfuman las veredas en primavera.
Los tilos, en los días de calor, regalan un aroma dulce que muchos porteños confunden con un recuerdo de infancia.
Y entre las baldosas rotas, los yuyos crecen como una declaración silenciosa: la vida siempre encuentra un modo.

La naturaleza urbana es un ecosistema complejo que nos sostiene, nos da sombra, regula la temperatura de los barrios y ofrece refugio a aves e insectos. Cada planta tiene un propósito, cada color una historia.

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Volver a mirar

Todo está ahí. Las aves que nos reconocen. Los árboles que florecen sin que nadie los celebre. Los yuyos que brotan donde parece imposible.

La ciudad está viva. Siempre lo estuvo.

El desafío es simple: levantar la vista. para recordar que la naturaleza no está lejos. Nos rodea, nos acompaña y nos enseña incluso en las calles más ruidosas.

Fuentes
– Estudios científicos sobre cognición y reconocimiento facial en Columba livia.
– Investigaciones publicadas en revistas de biología urbana sobre transmisión de enfermedades en aves sinantrópicas.
– Registro botánico de arbolado urbano de Buenos Aires (organismos de planificación urbana).

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