Abejas melíferas en peligro: el colapso silencioso detrás del pan de cada día

El cambio en la conducta de las abejas —su menor actividad de polinización, la desorientación y la caída en la reproducción— fue la señal más clara de que algo estaba mal. Ese quiebre en su comportamiento natural hoy pone en riesgo no solo a las colmenas, sino también a la agricultura y a la seguridad alimentaria global.

Producto Argentino25 de agosto de 2025VanelogaVaneloga

La manta verde se deshilacha: si las abejas se quiebran, lo que nos sostiene también

abejas
 
Lo primero que advirtieron los apicultores no fueron colmenas vacías, sino abejas que ya no actuaban como siempre: menos vuelos, menos danzas, menos flores visitadas.

Ese cambio de comportamiento, visible en distintos continentes y en distintas temporadas, se transformó en la señal de alerta más fuerte.
Desde entonces, científicos y productores investigan las causas —olas de calor, plagas resistentes, pesticidas, pérdida de hábitat— que alteran la organización natural de las abejas melíferas y comprometen la base de nuestra alimentación.

El 2025 nos encuentra con una nueva señal de alerta global: en febrero, una encuesta en Estados Unidos registró pérdidas del 62 % de las colmenas entre junio de 2024 y febrero de 2025 (Project Apis m., 2025).

En julio, se publicaron cifras récord de hasta un 60 % de bajas y pérdidas económicas de 600 millones de dólares por mortandad de abejas (The Guardian, 2025).

Esta crisis no es ajena a nuestra región:
en América Latina y en Argentina los apicultores vienen reportando descensos sostenidos de colonias que afectan la producción de miel, la polinización de cultivos y, en definitiva, la seguridad alimentaria.

Amenazas que rompen el equilibrio

Estrés térmico: olas de calor que obligan a las abejas a gastar energía en enfriarse en lugar de polinizar (AP, 2025).

Plagas resistentes: los ácaros Varroa ya no responden a tratamientos como el amitraz y transmiten virus devastadores (The Guardian, 2025).

Depredadores invasores: el avispón asiático gigante ya ha arrasado colmenas en Europa y Norteamérica (USDA, 2025).

Pesticidas y monocultivos: el uso de químicos y la falta de diversidad floral debilitan la nutrición y las defensas de las colmenas (Maggi et al., 2013).

Pérdida de hábitat: menos flores silvestres y entornos fragmentados reducen las fuentes de néctar y polen (Pacini et al., 2021).
 
Impacto en la agricultura y la alimentación

El 35 % de los cultivos alimentarios del mundo depende de polinizadores (USDA, 2025). Frutas como cerezas, arándanos y manzanas; frutos secos como almendras; y productos de base como café, cacao y vainilla, están directamente en riesgo.

La reducción de abejas significa menos polinización, menor rendimiento, precios más altos y acceso limitado a alimentos básicos. Lo que hoy parece cotidiano —un puñado de frutas en la mesa— podría transformarse en un lujo.

 
El comportamiento natural de las abejas

En condiciones sanas, la colmena es un modelo de armonía: obreras recolectoras, nodrizas cuidadoras y una reina que asegura el futuro.

Miles de flores son visitadas cada día, y las abejas comparten la ubicación del néctar con danzas en forma de ocho (NHGRI, 2024). Cuando estas conductas se ven interrumpidas por calor, pesticidas o enfermedades, toda la colonia entra en crisis y con ella el ecosistema agrícola que la rodea.

 
América Latina: un espejo cercano

Entre 2016 y 2018, la red SOLATINA realizó un relevamiento en casi 1.900 apiarios de la región. El resultado fue contundente: en promedio, se pierden cada año un 30,4 % de las colmenas melíferas y un 40 % de las abejas sin aguijón.

En Argentina, los apicultores reportaron pérdidas de entre 22 % y 29 % anuales (Requier et al., 2024). Estos datos reflejan una tendencia común: la fragilidad de las colmenas frente a patógenos, malas prácticas agrícolas y un clima cada vez más extremo.

 
Argentina: estudios y casos concretos

En nuestro país, distintos trabajos científicos marcaron hitos en la comprensión de esta crisis.

En 2015, un estudio sobre 360 colmenas en cinco eco-regiones midió la presencia de Nosema spp. y Varroa destructor, y encontró que las infecciones variaban según la región, la apicultura migratoria y el tipo de vegetación (Pacini et al., 2021).

En 2019, en General Alvear, provincia de Buenos Aires, tres apiarios comerciales perdieron el 90 % de sus colonias al final del verano. Los análisis de laboratorio confirmaron que el 70 % de las colmenas estaban infectadas con virus, ácaros, bacterias u hongos (García et al., 2019).

En 2013, una revisión nacional liderada por Maggi alertó sobre la resistencia de Varroa destructor a los acaricidas, la presencia de loque americana, problemas nutricionales y los efectos de pesticidas y monocultivos, estimando una pérdida cercana al 30 % de las colmenas del país (Maggi et al., 2013).

Estos trabajos muestran que la crisis global también tiene rostro argentino: nuestras abejas cargan con los mismos problemas, agravados por el uso intensivo de agroquímicos y las transformaciones del paisaje rural.

 
Consecuencias y caminos posibles

La pérdida de abejas no es solo un tema apícola: es un síntoma del vínculo roto entre naturaleza y producción. Sin polinizadores, las cosechas se reducen, los precios suben y el equilibrio ecológico se resiente.

Algunas líneas de esperanza surgen de la ciencia: en mayo de 2025, un estudio propuso medir la temperatura interna de las colmenas como un indicador sencillo de su estado de salud, anticipando colapsos y permitiendo intervenir antes de que sea tarde (Arias-Calluari et al., 2025).

Las abejas son el hilo que cose la manta verde de la naturaleza. Cuando ese hilo se rompe, no se pierden solo colmenas: se tambalea la cadena que une flores, frutos y personas. Cuidarlas es cuidar nuestra mesa, nuestro campo y nuestro futuro. No hay reemplazo para su danza.

La pregunta que queda abierta no es técnica, es ética. ¿Qué derecho tenemos a poner en riesgo a quienes sostienen la vida con su labor silenciosa? El cuidado de las abejas no puede medirse en términos de rentabilidad ni postergarse en nombre del progreso. Es una obligación moral.
Porque si somos capaces de destruir a quienes nos alimentan, también estamos destruyendo el sentido mismo de nuestra existencia en esta tierra.


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abejitas_tapa_01Las mini abejitas que salvan al mundo
Diseño sin título (19)Cooperar para Sobrevivir



Fuentes
Project Apis m. (2025)
The Guardian (2025)
AP (2025)
Almond Board of California (2025)
USDA (2025)
NHGRI (2024)
Pacini et al. (2021)
García et al. (2019)
Maggi et al. (2013)
Requier et al. (2024)
Arias-Calluari et al. (2025)
 

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