
No es tan “new age” decir “somos uno”: cómo explica la ciencia este concepto
La frase “somos uno”, despojada de poesía hueca, encuentra su sustento en la genética y en las sabidurías ancestrales que lo dijeron antes de que fuera cliché.
De los Andes al Tíbet, una forma ancestral que revela patrones invisibles del cosmos.
Notas de Autor17 de junio de 2025En los últimos años, los mandalas han adquirido una notable visibilidad en espacios terapéuticos, artísticos y espirituales en la Argentina. Lo que para algunos representa una herramienta de meditación, para otros constituye un símbolo ancestral de sabiduría estructural, vinculado a los principios de la geometría sagrada, la biología, la física y las cosmologías indígenas. Este artículo propone un análisis técnico y cultural del mandala, integrando aportes científicos, tradiciones ancestrales y observaciones de la naturaleza, en el contexto del creciente interés contemporáneo por este tipo de estructuras simbólicas.
Geometría sagrada y patrones universales
El término “mandala” proviene del sánscrito y significa “círculo” o “rueda”. En términos matemáticos, un mandala es una representación gráfica basada en la simetría radial y proporciones armónicas, que remite a estructuras geométricas presentes en múltiples niveles del universo: desde las formas moleculares hasta las configuraciones galácticas. Estas formas siguen leyes geométricas precisas, como la proporción áurea (φ ≈ 1.618), la serie de Fibonacci y la simetría rotacional.
Robert Lawlor, en *Sacred Geometry: Philosophy and Practice* (Thames & Hudson, 1982), señala que la geometría sagrada no es simplemente estética, sino una codificación matemática de las formas naturales. “Los patrones geométricos universales expresan la dinámica oculta del cosmos, regulando desde la formación de un cristal hasta la morfogénesis embrionaria”, escribe Lawlor.
En este sentido, los mandalas pueden entenderse como modelos gráficos del orden universal, actuando como mapas de resonancia estructural entre microcosmos y macrocosmos.
Mandalas en culturas originarias: de los Himalayas al sur andino
En el ámbito del budismo tibetano, los mandalas han sido utilizados durante siglos como diagramas cosmológicos y herramientas meditativas. Estos diseños, altamente complejos, representan palacios sagrados habitados por deidades, estados de conciencia y niveles de realización espiritual. Los mandalas de arena, creados meticulosamente por monjes con polvos minerales, son destruidos ceremonialmente para simbolizar la impermanencia de todos los fenómenos.
En América del Sur, distintas culturas originarias —incluyendo a los diaguitas, comechingones, mapuches y guaraníes— utilizaron simbologías circulares y espiraladas con fines rituales, cosmológicos y energéticos. Petroglifos, tejidos, cerámicas y diseños arquitectónicos revelan un conocimiento profundo de la simetría, la orientación astronómica y la geometría fractal.
Juan Carlos Radovich, investigador del CONICET, sostiene en *Simbolismo espacial y ritual andino* (Revista de Antropología del Museo de La Plata, 2006), que estas formas "representaban espacios de concentración energética y puntos de contacto con lo sagrado". En los Andes, estos círculos eran comprendidos como “puntos de poder” o vórtices energéticos, en sincronía con ciclos solares y lunares.
Mandalas en biología, física y neurociencia
A nivel biológico, las estructuras mandálicas se manifiestan en múltiples escalas. Las divisiones celulares (mitosis y meiosis) siguen patrones radiales precisos, así como también las morfologías virales (como los icosaedros), los cristales minerales y las formaciones de agua congelada.
El científico japonés Masaru Emoto, en su obra *The Hidden Messages in Water* (2004), documentó cómo el agua modifica su estructura molecular al exponerse a vibraciones sonoras, palabras e imágenes. Aunque su trabajo ha sido cuestionado por su falta de metodología replicable, investigaciones posteriores como las del Dr. Gerald Pollack (Universidad de Washington) sobre la “cuarta fase del agua” (agua estructurada) abren nuevas líneas de análisis sobre la sensibilidad estructural del medio acuoso frente a estímulos ordenadores.
En neurociencia, el Dr. Andrew Newberg (Universidad de Pennsylvania), pionero en neuroteología, demostró mediante imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI) que la contemplación de patrones geométricos repetitivos y simétricos activa regiones cerebrales vinculadas al procesamiento visual, la regulación emocional y la percepción estética (*Neurotheology: How Science Can Enlighten Us About Spirituality*, 2009). Según sus estudios, los mandalas facilitan estados cerebrales coherentes, de integración hemisférica y reducción de la ansiedad.
Geometría sagrada en terapias contemporáneas
En el campo de las ciencias de la salud, los mandalas son aplicados actualmente en contextos terapéuticos con base en la psicología transpersonal, el arte-terapia, la educación emocional y la meditación guiada.
El uso terapéutico de los mandalas fue desarrollado por Carl Gustav Jung, quien observó que sus pacientes, de forma espontánea, dibujaban estructuras circulares durante procesos de integración psíquica. Jung interpretó los mandalas como representaciones arquetípicas del "sí mismo", que ayudan a integrar los contenidos conscientes e inconscientes del psiquismo (*Recuerdos, sueños, pensamientos*, 1961).
En Argentina, numerosas escuelas de arteterapia —como el Centro de Psicología Integral Argentina o el Instituto de Psicología Transpersonal de Buenos Aires— integran el trabajo con mandalas como herramienta para mejorar la atención, reducir el estrés postraumático, y fomentar procesos de autorregulación emocional.
La geometría como matriz natural: del ADN a las galaxias
La geometría sagrada no es exclusiva del arte o la espiritualidad. En biología, la filotaxia —es decir, la disposición de hojas, pétalos o semillas— responde a modelos matemáticos basados en la sucesión de Fibonacci y la espiral logarítmica. Ejemplos de ello son los girasoles, las piñas, las caracolas marinas y las galaxias espirales.
Asimismo, la doble hélice del ADN revela una espiral geométrica que sigue relaciones proporcionales armónicas. En física, los modelos de campo toroidal y simetría radial aparecen en estudios de resonancia electromagnética, dinámica cuántica y morfogénesis estructural.
Estas evidencias confirman que la geometría subyace como matriz organizadora en múltiples niveles de la realidad física, desde lo microscópico a lo astronómico.
¿Por qué resurgen los mandalas hoy?
El auge contemporáneo de los mandalas puede interpretarse como una respuesta cultural frente a la disgregación, la aceleración tecnológica y la pérdida de conexión con el cuerpo y la naturaleza. Las figuras mandálicas ofrecen un eje simbólico de organización, contención y belleza que permite restablecer un vínculo con el orden interno y con patrones universales.
Desde el punto de vista de la neuroestética, teóricos como Vilayanur Ramachandran han demostrado que el cerebro humano reacciona positivamente ante patrones de simetría y repetición, los cuales evocan seguridad evolutiva, eficiencia perceptiva y armonía cognitiva (*The Science of Art: A Neurological Theory of Aesthetic Experience*, Journal of Consciousness Studies, 1999).
Además, el interés por cosmovisiones ancestrales, tanto indígenas como orientales, pone en evidencia una búsqueda social por epistemologías no occidentales, más integradoras y simbólicas. En este sentido, los mandalas no sólo ofrecen un recurso visual, sino también una vía de acceso a formas de conocimiento que articulan ciencia, arte y espiritualidad.
Su presencia en la naturaleza, la biología, la física, la espiritualidad y la psicología sugiere una universalidad estructural que trasciende culturas y disciplinas. Comprendidos como arquetipos de orden, expresión simbólica de la totalidad y herramienta terapéutica, los mandalas conectan los saberes ancestrales con las investigaciones científicas contemporáneas.
Argentina, con su doble herencia indígena y occidental, ofrece un campo fértil para resignificar estas estructuras como herramientas de autoconocimiento, educación y salud integral.
Bibliografía y fuentes citadas
* Lawlor, R. (1982). *Sacred Geometry: Philosophy and Practice*. Thames & Hudson.
* Jung, C.G. (1961). *Recuerdos, sueños, pensamientos*. Paidós.
* Emoto, M. (2004). *The Hidden Messages in Water*. Beyond Words Publishing.
* Radovich, J.C. (2006). *Simbolismo espacial y ritual andino*. Revista de Antropología del Museo de La Plata.
* Pollack, G.H. (2013). *The Fourth Phase of Water: Beyond Solid, Liquid, and Vapor*. Ebner and Sons.
* Newberg, A. (2009). *Neurotheology: How Science Can Enlighten Us About Spirituality*. Columbia University Press.
* Ramachandran, V.S. & Hirstein, W. (1999). *The Science of Art: A Neurological Theory of Aesthetic Experience*. *Journal of Consciousness Studies*, 6(6-7), 15–51.
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