Robots gestantes y baja de natalidad: ¿hacia dónde nos empujan?

China anuncia el primer robot con útero artificial mientras en Argentina los nacimientos caen a mínimos históricos. Ciencia y demografía se cruzan en un escenario que parece escrito de antemano.

Actualidad22 de agosto de 2025VanelogaVaneloga

Del útero humano al útero artificial: la frontera donde se redefine la maternidad


bebe

Es inevitable enlazar los dos temas, porque evidentemente parece un diseño orquestado desde hace mucho. ¿A dónde va la humanidad? ¿Cuál es el objetivo de todo esto? ¿A quién le sirve más que la biología y la naturaleza se dejen de lado? Muchas interrogantes para un plan del que solamente somos fichas.

Argentina: el invierno demográfico ya llegó

En la Argentina los nacimientos se desplomaron un 45% en apenas una década: de 770.000 en 2014 a unos 425.000 en 2024 (una caída brutal) . El promedio de hijos por mujer es de 1,4, muy por debajo del nivel de reemplazo poblacional. Y en la Ciudad de Buenos Aires el número es todavía más alarmante: 0,9 hijos por mujer .

Esto significa que cada vez nacen menos chicos y, en paralelo, crece la población adulta mayor. El censo 2022 mostró que el 57% de los hogares ya no tiene menores de 18 años . En otras palabras: el país envejece a un ritmo que hace apenas dos décadas parecía impensado.

¿Por qué pasa esto? Las razones son múltiples: economía inestable, inflación que licúa salarios, dificultad para proyectar una familia. A eso se suma un cambio cultural profundo: más mujeres en el mercado laboral, más años de estudio, más postergación de la maternidad, migración de jóvenes y acceso a métodos anticonceptivos y al aborto legal .

Dicho en criollo: criar un hijo hoy en Argentina se volvió más difícil, más caro y menos prioritario para muchas personas.

 
Una tendencia global

El fenómeno no es exclusivo de nuestro país. Según The Lancet, para 2050 el 75% de los países tendrá tasas de natalidad por debajo del nivel de reemplazo, y para 2100 ese porcentaje llegará al 97% . Japón, Corea del Sur, Italia y España son ejemplos extremos: poblaciones que se encogen año tras año.

En América Latina, la baja también es clara desde 2010, con Argentina, Uruguay y Chile a la cabeza . Todos coinciden en el mismo punto: menos nacimientos y sociedades más viejas.

 

Robots con útero: la revolución china

Mientras tanto, en China avanza un experimento que parece arrancado de una novela distópica pero que ya se vende como un producto de consumo: el primer robot humanoide con útero artificial, capaz de acompañar la gestación de un bebé desde la concepción hasta el parto (Global Times, SCMP, El Confidencial, 2024).

El diseño es tan escalofriante como fascinante. En el centro del androide, una cavidad de cristal reproduce el entorno uterino: líquido amniótico sintético, temperatura regulada, niveles de oxígeno controlados y un sistema de nutrientes conectados a un “cordón umbilical” artificial (Kaiwa Technology, 2024).
No hablamos de un simple laboratorio ni de una incubadora de alta complejidad: el objetivo declarado es que el robot simule la experiencia completa del embarazo humano, incluyendo la interacción con los padres durante la gestación. En palabras de sus creadores, no se trata de ciencia ficción, sino de un “avance natural” de la biotecnología reproductiva.

Los ingenieros aseguran que un prototipo comercial podría estar listo en 2026, con un costo estimado de entre 12.000 y 14.000 dólares. La promesa inicial es clara: dar una alternativa a las parejas con infertilidad severa, recreando un ambiente gestante allí donde el cuerpo humano no puede (Xinhua, 2024).

Sin embargo, detrás de esta presentación técnica se abre un debate ético feroz. Porque no se trata sólo de resolver la infertilidad: lo que se pone en juego es la redefinición de la maternidad y del vínculo humano con la vida. ¿Qué significa un bebé sin madre biológica? ¿Qué lugar queda para el lazo gestacional, para esa simbiosis invisible que ocurre en el vientre humano? Críticos en foros académicos y bioéticos lo califican de “inhumano” y de “violación de la ética más básica” (Nature – Bioethics, 2023).
En redes chinas muchos ciudadanos se expresaron con horror: “Es cruel que un feto nazca sin conexión con una madre”. Otros, en cambio, lo celebran como una supuesta “liberación” para la mujer: “Qué bueno que ya no tengan que sufrir” (comentarios recogidos en SCMP, 2024).

 
Unir los puntos: baja natalidad + robots gestantes

Y acá está lo inquietante: mientras las sociedades tienen cada vez menos hijos, aparecen tecnologías que prometen fabricar bebés en serie, fuera del cuerpo humano. Parece una jugada coordinada, aunque se venda como avances independientes.

La baja natalidad trae consecuencias económicas y sociales tremendas: menos trabajadores, más jubilados, sistemas de salud saturados . Y, justo en ese contexto, se nos ofrece la máquina que “soluciona” el problema de la maternidad. ¿Casualidad? ¿Estrategia?

El interrogante no es sólo técnico. Es político, cultural y hasta filosófico. ¿Qué pasa si la maternidad deja de ser biológica? ¿Qué queda de la relación madre-hijo? ¿Quién decide cuántos niños nacerán y en qué condiciones? ¿Empresas, Estados, laboratorios?

 
Hacia dónde nos lleva todo esto

Lo cierto es que el mundo va camino a un escenario sin precedentes: menos nacimientos naturales, más adultos mayores, y tecnologías cada vez más invasivas en la reproducción. Argentina, con su caída demográfica acelerada, no está al margen de esta dinámica.

Por eso, preguntarse hoy “¿a quién le sirve que la biología quede de lado?” no es conspiración barata: es una pregunta central. Tal vez estemos frente a una ingeniería social y tecnológica que nos cambia como especie. Y tal vez, como suele pasar, seamos simples piezas en un tablero mucho más grande.

La tecnología y sus avances nos resuelven incontables inconvenientes, nadie lo discute. Pero hay algo en el centro del SER, en el humus humano —esa raíz que nos conecta con la vida— que es irremplazable. Se puede destruir, sí; se puede manipular, también; incluso reemplazar funciones biológicas de un cuerpo. Pero lo que se genera en una mujer gestante trasciende la materia: es amor, es entrega incondicional, son capacidades emocionales y espirituales que despiertan en el mismo acto de la gestación. Eso no lo fabrica un laboratorio, ni lo programa un robot. Es un lazo invisible, intangible y único, que hace la diferencia cuando se trata de dar vida a un ser humano.


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Fuentes consultadas
INDEC – Censo 2022. Datos sobre estructura de los hogares en Argentina (hogares sin menores, unipersonales y monoparentales).
Diario La Nación (2024). “La natalidad se desplomó en la Argentina: cae un 45% en una década” (datos de nacimientos y tasa de fecundidad).
Diario Clarín (2024). “Por qué caen los nacimientos en la Argentina y qué consecuencias trae”.
The Lancet (2023). Estudio sobre tasas de fertilidad globales y proyecciones a 2050 y 2100.
BBC Mundo (2024). “El invierno demográfico en Argentina: por qué cada vez nacen menos chicos”.
Global Times (China) y medios internacionales (2024). Noticias sobre el desarrollo del robot con útero artificial por la Universidad Tecnológica de Nanyang y Kaiwa Technology.

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