
Arsénico y flúor en el agua de Argentina: qué está pasando, qué se está haciendo y qué falta hacer
Tenemos un problema y hay que atenderlo ahora: agua con arsénico, plástico y flúor. Mapa de Arsénico.
El caso de Annobón, una pequeña isla volcánica en el Golfo de Guinea, que en pleno siglo XXI ha solicitado formalmente convertirse en un estado asociado de la República Argentina. Sí, leíste bien: una isla africana quiere ser parte del país del tango, la Patagonia y el dulce de leche.
Actualidad28 de mayo de 2025Desde 1778, tras el Tratado de El Pardo, Annobón pasó a la órbita de la corona española, integrándose (con poco entusiasmo por parte de sus pobladores) a la Gobernación de Fernando Poo y Annobón, territorio que por un breve lapso fue nominalmente adscrito al Virreinato del Río de la Plata. ¿Qué significa esto? Que, en el juego de mapas imperiales del siglo XVIII, este rincón africano estuvo —aunque sea por decreto— ligado a Buenos Aires.
Del archivo virreinal al reclamo político
En julio de 2022, Annobón proclamó unilateralmente su independencia de Guinea Ecuatorial, estableciendo una “República de Annobón” con gobierno propio, sin reconocimiento internacional. El actual primer ministro, Orlando Cartagena Lagar, lanzó un pedido directo desde Buenos Aires: ser parte de Argentina, invocando lazos históricos y solicitando auxilio ante la represión denunciada por parte del régimen ecuatoguineano.
https://www.ambito.com/informacion-general/annobon-la-isla-africana-que-pidio-ser-parte-la-argentina-y-pertenecio-al-virreinato-del-rio-la-plata-n6150153
"Fuimos parte del mismo territorio. Hoy pedimos auxilio a la Argentina, nuestro país hermano", afirmó Lagar. Las denuncias que acompañan su reclamo incluyen detenciones arbitrarias, apagones comunicacionales y otras formas de coerción que, lamentablemente, ya son moneda corriente en el historial de Guinea Ecuatorial. Organismos como Human Rights Watch y la UNPO han expresado preocupación por la situación.
Una isla olvidada, una peli de terror
En la isla se vive una emergencia humanitaria real. Los reportes que llegan desde el lugar hablan de un aislamiento total: sin acceso a servicios básicos, sin conexión estable con el continente, y con una población completamente marginada del resto de Guinea Ecuatorial.
Hay denuncias gravísimas que no deben pasar desapercibidas: violaciones sistemáticas de derechos humanos, incluyendo abusos sexuales a menores, de los que se tiene conocimiento desde hace años y que aún no han sido investigados ni sancionados con justicia. Se trata de una población vulnerable, invisibilizada y sin herramientas para defenderse.
A esto se suma un grave problema ambiental: la isla, rica en recursos pesqueros y minerales, sufre altos niveles de contaminación. Algunas industrias vinculadas a la pesca intensiva y a la extracción no regulada de recursos han degradado el entorno sin control alguno. La falta de regulación y fiscalización por parte del Estado central ha dejado a Annobón expuesta al saqueo y la destrucción de su ecosistema.
En este contexto, el pedido a Argentina no es solo una declaración política: es un grito de auxilio. Frente al abandono, buscan un interlocutor. Una voz que, al menos, se detenga a escuchar. Porque a veces, lo que para unos es insólito, para otros es la última esperanza.
Tricontinentalidad, ¿el sueño húmedo de la diplomacia argentina?
De prosperar el pedido, Argentina se convertiría en una nación tricontinental de facto: América del Sur, la Antártida (en reclamo) y ahora África Occidental. ¿Inédito? Totalmente. ¿Legalmente posible? No tanto.
Desde el punto de vista jurídico, la integración de un territorio extranjero no reconocido implicaría una revisión profunda del marco constitucional argentino, además de tensiones evidentes con Guinea Ecuatorial, la Unión Africana y cualquier organismo internacional que todavía crea en los mapas estáticos.
Pero la pregunta de fondo es otra: ¿Qué haría Argentina con una isla africana bajo su ala? ¿Sería un gesto de solidaridad global, un acto de reivindicación poscolonial o una forma elegante de extender su influencia en una ruta marítima clave?
El factor simbólico (y el guiño histórico)
Detrás del absurdo aparente, hay algo más: una isla olvidada por el colonialismo que busca un nuevo protector. Una república sudamericana que se enfrenta al dilema de ser anfitriona de un pasado que ni recuerda haber compartido. Y un primer ministro, Lagar, que no sólo apela a la historia, sino que expone las grietas de un sistema internacional que sigue negando la autodeterminación de ciertos pueblos.
Un pedido que también es un reflejo
Más allá de lo insólito o incluso lo irónico que pueda parecernos desde la distancia, el pedido de Annobón tiene una dimensión profundamente humana. Necesitan ser reconocidos, del mismo modo en que cada uno de nosotros, en lo individual, también necesita de la mirada del otro para sentirse parte, para ser. Porque, es el otro el que nos vuelve humanos.
Y mientras entre nosotros hacemos chistes, memes o especulaciones geopolíticas, del otro lado hay una comunidad que pide ayuda. Y que, entre todas las opciones posibles, nos eligió a nosotros. ¿Por qué? Quizás porque compartimos historia. O quizás porque aún conservan una memoria que acá ya olvidamos.
Y nosotros que nos cuesta nada escucharlos. Ya estamos escuchando.
En qué terminará todo esto, nadie lo sabe. Pero en ese gesto —en esa búsqueda— hay algo que interpela. Y merece ser escuchado.
El pedido es real. El reclamo también. La pregunta es si Argentina está lista para recibir un pasado que no esperaba, y si el mundo está dispuesto a aceptar que, a veces, los mapas también pueden tener memoria.
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