
La inteligencia artificial no vino únicamente a optimizar los tiempos del trabajo: vino a precipitar los tiempos de la conciencia.


Nos subimos al cohete de la duda y paseamos por todo lo que “no se puede decir” sobre nuestro satélite. ¿Y si la ciencia oficial se olvidó de mirar para arriba?
Notas de Autor27 de julio de 2025
Vaneloga
En Mirada Argentina, usamos el término "conspiranoico" con respeto, no como burla. Para nosotros, hace referencia a aquellas personas que no se quedan con lo primero que les dicen. Hablamos de quienes dudan de lo establecido, de los que buscan el revés de la trama, de quienes se animan a pensar que puede haber algo más detrás de cada explicación oficial. No son ingenuos, son observadores atentos. No son crédulos, son inquietos. Y esa inquietud, cuando se la guía con pensamiento crítico, es el motor de muchas verdades incómodas. Porque a veces, lo que se llama "conspiración", simplemente es lo que todavía no se pudo probar… pero tampoco se pudo desmentir.
La Luna muestra siempre la misma cara, regula las mareas, estabiliza el eje terrestre y permite eclipses solares perfectos. Su proporción con el Sol y su distancia exacta generan alineaciones únicas. Demasiado precisas, dicen algunos, para ser obra del azar. La geometría que encierra su órbita y su efecto sobre el planeta parecen, según esta teoría, más el resultado de una ingeniería milimétrica que de un accidente cósmico (Knight & Butler, 2005; Asimov citado en Knight & Butler, 2005; Vasin & Shcherbakov, 1970).
El artículo que desató la tormenta
En 1970, Mijail Vasin y Alexander Shcherbakov, dos científicos de la Academia de Ciencias de la URSS, publicaron en la revista Sputnik un texto con una propuesta inquietante: la Luna sería una nave espacial construida por seres inteligentes. Con una estructura hueca, blindaje interno a unos tres kilómetros de profundidad y un exterior cubierto de polvo cósmico para simular una superficie natural, esta supuesta “carabela del universo” habría sido colocada estratégicamente en la órbita terrestre hace millones de años (Vasin & Shcherbakov, 1970).
El cráter no miente: ¿una armadura bajo el polvo?
Uno de los argumentos centrales es la profundidad anómala de los cráteres lunares. Cráteres de hasta 40 kilómetros de diámetro apenas superan los 3 o 4 kilómetros de profundidad. Según los soviéticos, eso no tiene sentido si la Luna fuera maciza: los impactos deberían perforarla más profundamente. La explicación: una coraza metálica interna habría frenado los meteoritos, generando cráteres superficiales. Es decir, la Luna tendría una estructura dura por debajo de la capa de regolito (Vasin & Shcherbakov, 1970; Wilson, 1975; Steckling, 1981).
¿Coincidencia o rompecabezas celestial?
Uno de los argumentos más llamativos dentro de la teoría de la Luna artificial es la supuesta coincidencia entre ciertos mapas de la superficie lunar y los continentes terrestres. Quienes sostienen esta idea afirman que si se superponen imágenes de la cara visible de la Luna con un mapamundi de la Tierra, las formas de continentes como África, América del Sur o incluso la Antártida parecerían coincidir —como si la Luna no reflejara solo luz, sino también geografía terrestre. Algunos lo interpretan como una proyección deliberada, una pantalla que no muestra rocas sino una cartografía codificada. Esta teoría circula desde foros alternativos hasta videos virales, en los que se trazan contornos y se ajustan escalas para demostrar una supuesta correspondencia entre cráteres lunares y cordilleras o líneas costeras terrestres. La ciencia ortodoxa no toma esto en serio, y lo atribuye a pareidolia y manipulación visual. Pero los defensores de la hipótesis insisten: no se trata de ver “caras en las nubes”, sino de algo más complejo, como si la Luna fuera una especie de espejo cifrado que guarda un mapa oculto de nuestro planeta (Mundo Desconocido, 2016; Crrow777 Forum, 2020; NASA Lunar Reconnaissance Orbiter).
¿Una campana en el vacío? El sonido que no se esperaba
Durante las misiones Apollo, la NASA colocó sismógrafos en la superficie lunar. Al estrellar módulos deliberadamente, los instrumentos detectaron vibraciones que duraron hasta tres horas. “La Luna sonó como una campana”, dijo el científico Maurice Ewing en 1969. Para los partidarios de la teoría artificial, esto indicaría que está hueca. La ciencia respondió que la ausencia de agua y la rigidez de su corteza explicaban esa resonancia prolongada, pero la duda siguió flotando en el aire (NASA, 1969; Don Wilson, 1975; Ken Johnston citado en Marrs, 1997).
Una densidad que no cierra
La densidad media de la Luna es de 3,3 g/cm³, notablemente inferior a la de la Tierra. Esto, para los defensores de la Luna artificial, es otra pista de que su interior está vacío o compuesto por materiales ligeros. La versión científica sostiene que se debe a que la Luna se formó a partir del manto terrestre tras un impacto gigante, lo que explicaría la falta de un núcleo metálico denso. Pero quienes creen en la hipótesis de la nave señalan que eso mismo facilitaría su construcción: poco peso, mucho volumen, diseño funcional (Knight & Butler, 2005; NASA, 2020).
La “onda lunar” y los videos que nadie explica
En 2012, el youtuber Crrow777 filmó un fenómeno extraño: una especie de barrido horizontal cruzando la imagen de la Luna. Lo interpretó como una falla en un holograma. Otros observadores registraron lo mismo. Algunos hablan de “onda lunar”, como si una pantalla se refrescara ante nuestros ojos. La NASA jamás emitió explicación oficial. Para quienes sostienen esta teoría, lo que vemos no es la Luna: es una proyección, una interfaz, una pantalla. La Luna real, dicen, está detrás... o nunca existió como tal (Crrow777, 2012; AboveTopSecret, 2013).
¿Y si hay estructuras allá arriba?
George Leonard, en su libro “Someone Else is on the Moon”, publicado en 1976, analizó cientos de fotos de la NASA y aseguró que hay torres, edificios y maquinaria en la superficie lunar. Otros autores, como Fred Steckling y Richard Hoagland, señalaron sombras, reflejos y patrones rectangulares como pruebas de instalaciones artificiales. La explicación oficial habla de sombras, erosión, ángulos de luz. Pero en foros y comunidades conspirativas, el consenso es otro: allá arriba hay cosas que no deberían estar (Leonard, 1976; Steckling, 1981; Hoagland, 1996).
David Icke y la Luna como control mental
El excéntrico británico David Icke llevó la teoría más lejos: afirmó que la Luna es una nave artificial utilizada por seres reptilianos que proyectan señales para manipular a la humanidad. La llamó la “Moon Matrix”. Para Icke, la Luna actúa como un satélite amplificador de frecuencias provenientes de Saturno. Aunque suena ridículo para muchos, sus libros vendieron millones y su influencia creció exponencialmente en el universo conspiranoico global (Icke, 2010).
Coincidencias demasiado perfectas
La Luna es 400 veces más pequeña que el Sol, pero está 400 veces más cerca. Por eso, durante un eclipse, cubre justo su tamaño. Esa coincidencia perfecta permite observar la corona solar. Pero no solo eso: permite vida inteligente, estabilidad climática, ciclos biológicos. Para Knight y Butler, eso no es azar, es diseño. Y su conclusión final va más allá de lo esperado: sostienen que la Luna pudo haber sido construida por humanos del futuro que viajaron atrás en el tiempo para asegurar nuestra existencia (Knight & Butler, 2005).
Y si no es real... ¿por qué seguimos mirándola?
La idea de que la Luna es una pantalla o un proyector no se limita a la ciencia ficción. Existen canales, foros y comunidades que sostienen que desde los años noventa, la Luna fue reemplazada por una imagen falsa. Algunos vinculan esto con el llamado “Project Blue Beam”, un supuesto programa secreto para controlar masas a través de hologramas. Aunque no hay pruebas concluyentes, tampoco hay explicaciones satisfactorias sobre muchos de estos fenómenos ópticos registrados por observadores independientes (Project Blue Beam, 1994; Crrow777, 2012).
¿Una conspiración visual?
Desde la antigüedad, hay registros de pueblos que hablaban de un tiempo anterior a la Luna. Los Proselenos en la Grecia antigua, los textos vedas en la India, e incluso pasajes bíblicos, hacen referencia a un cielo distinto. ¿Y si la Luna fue puesta después? ¿Y si su presencia marcó un antes y un después en la conciencia humana? La ciencia lo descarta. Pero la historia cultural y los relatos de sabiduría antigua no se borran tan fácil (Plutarco, “Moralia”; Rig Veda; Génesis).
¿Y qué dice la ciencia?
La teoría aceptada es que la Luna se formó hace 4.500 millones de años tras el impacto de un protoplaneta llamado Theia con la Tierra. De ahí surgió un anillo de escombros que, por gravedad, formó la Luna. Su rotación síncrona, su densidad, su actividad sísmica, todo tiene una explicación desde la geología y la física. Los científicos no ven necesidad de buscar estructuras ni intenciones. Para ellos, no hay pantallas ni naves: solo roca, historia y polvo cósmico (NASA, 2020; MIT, 2013; GRAIL Mission, 2012).
Pero el misterio sigue intacto
Una sensación de que hay más. Que lo que nos contaron no cierra del todo. Que cada vez que miramos la Luna, no solo la vemos… sentimos que nos mira. ¿Qué es lo que está ahí arriba, suspendido, girando, sin girar? ¿Quién, o qué, la puso? ¿Y para qué?
Fuentes:
– Vasin & Shcherbakov, 1970 (Sputnik Magazine)
– Knight & Butler, 2005 (Who Built the Moon?)
– NASA Apollo Sismology Reports, 1969–1972
– Don Wilson, Our Mysterious Spaceship Moon (1975)
– George Leonard, Someone Else is on the Moon (1976)
– Crrow777, The Lunar Wave Footage, 2012
– David Icke, Human Race Get Off Your Knees (2010)
– Fred Steckling, We Discovered Alien Bases on the Moon (1981)
– Hoagland, Dark Mission (1996)
– MIT-GRAIL Mission Report, 2013
– Wikipedia (artículos verificados sobre Luna, Lunar seismology, mascons, pareidolia)

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